La concesión de la nacionalidad española para los sefardíes o sefarditas tiene antecedentes históricos. En 1903 el senador por el Partido Liberal Ángel Pulido Fernández había pedido en la tribuna del Senado la nacionalidad española para los descendientes de aquellos que fueron desterrados por el Edicto de 1492, definiéndoles como españoles sin patria. La iniciativa política de Pulido inspiró un primer decreto de obtención de la nacionalidad española, bajo el Gobierno de Primo de Rivera, y aquella acertada decisión tuvo unas repercusiones humanitarias que el mismo Pulido no podía presagiar: unos valientes diplomáticos españoles pudieron salvar del exterminio nazi a algunos judíos residentes en los países ocupados, otorgándoles la nacionalidad española.
Como hispanista y lingüista, quiero recordar al doctor Pulido, una eminente figura política de la historia española moderna, y precisar que el idioma hablado por los sefardíes es en Oriente el djudezmo, y en el norte de Marruecos, la haketía; siendo el ladino, la lengua litúrgica. Los políticos y por ende los periodistas que no son lingüistas lo confunden.
